EMPANADA A LA BOLOÑESA
Javier Navascués / feb 09
Hace algunas semanas, en un encierro de estudiantes de la Universidad de Sevilla en protesta contra "Bolonia", un chaval confundía la ciudad italiana con Polonia. Otro se preguntaba que tenía que ver la reforma universitaria con la antigua factoría romana de Baelo Claudia, una de las playas más bonitas del Estrecho. Me lo recalcaba un compañero, profesor de la universidad, un miembro de la creciente legión de "indignados" con el "deterioro" de la enseñanza secundaria y las reformas, que me argumentaba que los estudiantes "no sabían ni siquiera en contra de qué estaban". Cuento esta anécdota porque teniendo razón formalmente este compañero, a mi criterio la razón política la tienen los que se encierran y protestan aunque algunos de ellos a veces confundan la ciudad de la Emilia Romaña con una pedanía de Tarifa o con la patria natal del Papa Wojtyla..
El denominado "proceso de Bolonia" es una reforma de la organización de las titulaciones y los planes de estudio de las universidades que pretende llegar a una cierta homologación o equivalencia a escala europea y que es lo que se viene llamando el Espacio Europeo de Educación Superior. Este proceso de reforma, que se lleva a cabo por los gobiernos en los diferentes países participantes, arranca de la denominada "Declaración de Bolonia" firmada en 1999 por una serie de ministros de educación de países miembros de la UE. De ahí el nombre del "proceso".
Como es lógico no existe ningún documento ni declaración que diga que el objetivo del proceso es "privatizar" ni "mercantilizar" la Universidad - tampoco la directiva Bolkenstein decía que su objetivo era destruir igualando a la baja las regulaciones laborales o de determinados servicios de los países miembro. Leyendo la declaración de Bolonia y subsiguientes sólo encontraremos loas a la cultura, la "universalidad" universitaria y otros panegíricos. Pero la propia declaración de Bolonia establece con claridad que su primer objetivo es literalmente "promover la empleabilidad de los ciudadanos europeos y la competitividad del sistema europeo de educación superior."
De hecho, la UE afirma que el "proceso de Bolonia forma parte de la estrategia de Lisboa"(1). Es decir, forma parte de la propuesta para conseguir ser la "economía más competitiva", llegar a la "sociedad del conocimiento",etc. ¿Competir para qué? ¿Para los Juegos Olímpicos? ¿Cesta y Puntos? Yo creo que no. Para mi que la expresión "competitividad" en este contexto no tiene nada que ver ni con el deporte ni con los concursos. La expresión "empleabilidad" aclara el sentido de esa competitividad. ¿En qué se compite? En "empleabilidad". ZP lo dijo el otro día en "Tengo una Pregunta para Usted" respondiendo a una estudiante: "necesitamos más interacción con la empresa" ya que al final "hay que salir con un título para ir a la empresa". Luego se compite por ver quién da el "mejor" de esos títulos. Y así consigue "interaccionar" mejor con "la empresa".
En un folleto de 1972, "La Universidad y la División del Trabajo", Manuel Sacristán hablaba de la crisis de la Universidad en los años 70 del siglo pasado como una crisis en la función esencial de la institución en la sociedad de clases, la producción de ideología y élites. La generalización, o al menos ampliación, del acceso a la enseñanza universitaria a amplias capas sociales daba ya entonces lugar al fenómeno de la "masificación", responsable de esa crisis. Esa masificación incipiente ha alcanzado cotas inimaginables en aquellos años y se ha visto amplificada con el recorte en el gasto público. En ese sentido, hace ya años que la función de reproducción de las élites esta residenciada sólo en ámbitos muy reducidos de algunas universidades de "prestigio" públicas y privadas y, dentro de ellas, de algunos estudios y titulaciones.
Pero la Universidad desempeña otras funciones sociales más relacionadas con las necesidades objetivas del sistema productivo. Básicamente dos: la formación profesional, es decir la capacitación para determinados trabajos; y la producción científica y el famoso I+D+I. La reorganización de los estudios universitarios implícita en el proceso de Bolonia busca "racionalizar" ambas funciones desde el punto de vista del capital y las empresas. Veamos cómo:
Los estudios de grado, el nuevo "primer" ciclo, pasan a orientarse más a la adquisición de "destrezas", "habilidades", "capacidad de aprendizaje continuo", ... que conocimientos. El actual aparato productivo requiere un número ingente de personas así adiestradas; se precisa mucha mano de obra adaptable a un contexto tecnológico en evolución constante. Aquí el número no es problema, al contrario. Asegura la existencia de la "reserva" que posibilita mantener los salarios bajos.
El post-grado (máster y doctorado), en cambio, se vuelve más selectivo y competitivo, reconfigurandose así el espacio de la formación superior y la investigación que se separa, en primer lugar a través de las titulaciones, pero institucionalmente también, de la enseñanza "básica".Se busca crear así un marco institucional universidad-empresa más adecuado a las necesidades de esta última. Algo que se corresponde también con las reformas de la administración como la creación del ministerio de Ciencia y Tecnología y consejerías análogas en las CCAA, desvinculando así este espacio del resto de enseñanzas. La ciencia como factor productivo directo se genera en un espacio público, pues es sabido que la producción de conocimiento es más eficiente así, pero con las condiciones adecuadas para la apropiación por las empresas y eliminando de paso todos los costes accesorios innecesarios. Por eso las Humanidades sobran aquí, especialmente para un empresariado especialmente bestia como el español.
Esta es la realidad del proceso de Bolonia, no sólo en España sino, hasta donde yo se, también en Italia, en Grecia, y en Francia, donde también hay movilizaciones. Es posible que muchos de estos oponentes confundan Bolonia con Polonia, pero lo que intuyen es básicamente correcto. Y defender un Hegeliano "espíritu" de Bolonia, un "espacio europeo" ideal, es hacer el juego a esta maniobra de expropiación de lo público por parte de las empresas. Creo yo
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