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Por una universidad democrática. Fernández Buey

Por una universidad democrática. Fernández Buey

       Por una universidad democrática aborda la historia y el presente de la Universidad prestando especial atención a los movimientos críticos y alternativos que han actuado en ella durante los últimos cuarenta y cinco años. El libro analiza sucesivamente: la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona (SDEUB) en 1966; la evolución posterior de los sindicatos democráticos de estudiantes en España; la rebelión estudiantil del 68 en Europa y América, lo que fue el mayo del 68 en Francia y su impacto en las universidades españolas; la historia del movimiento de profesores no-numerarios en la década de los setenta; los proyectos oficiales y extraoficiales de reforma de la Universidad en las décadas siguientes (LRU, Informe Bricall y LOU); establece, por último, las luces y sombras de la situación universitaria actual a propósito del Proceso de Bolonia.

 

Fernández Buey fue uno de los fundadores del SDEUB en 1966 y miembro destacado de la Coordinadora Estatal del movimiento de profesores no-numerarios a mediados de los setenta. Después de la muerte de Franco, contribuyó a la creación de las Comisiones Obreras de la Enseñanza. Ha sido profesor en las Facultades de Filosofía y de Económicas de la Universidad de Barcelona, en la Facultad de Económicas de la Universidad de Valladolid y en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra, vicedecano durante algunos años en las dos últimas y miembro, en la década de los noventa, del Consejo de Coordinación Universitaria, a propuesta de Izquierda Unida. En la actualidad es catedrático de filosofía política en la UPF, donde coordina, además, un Centro para el Estudio de los Movimientos Sociales (CEMS).

 

En los once ensayos que componen Por una universidad democrática, Fernández Buey ha juntado su experiencia universitaria, sus recuerdos personales y su vocación de historiador de las ideas para trazar una amplísima panorámica, crítica y analítica, de lo que ha sido y de lo que es la Universidad, de lo que ha cambiado y de lo que sigue sin cambiar a pesar de las múltiples reformas.

 

 

 

                                               SUMARIO

                      

1. Memoria personal de la fundación del SDEUB (1965-1966)

2. La insólita experiencia de un sindicato democrático estudiantil bajo el fascismo (1965-1968).

3. 1968: antes y después.

4. Situacionistas y mayo francés del Sesentayocho

5. Sobre el Sesentayocho en España.

6. Estudiantes y profesores universitarios contra Franco.

7. Para la historia del movimiento de los Profesores No-Numerarios de Universidad (1972-1984).

8. Sobre la universidad, desde Ortega y Sacristán.

9. La universidad veinte años después: mercantilización y corporativismo.

10. La universidad entre la LRU y la LOU (1984-2001).

11. Bolonia como pretexto y como oportunidad.

 

 

 

SOBRE EL SINDICATO DEMOCRÁTICO DE ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA (SDEUB)

 

Lo  más destacable de la insólita experiencia del SDEUB fue construir una organización sentida como propia por la gran mayoría de los estudiantes bajo una dictadura que reprimía duramente todo tipo de disidencia. Y, desde luego, que aquella organización se mantuviera, a pesar de la represión, durante casi dos años. El éxito más importante del SDEUB fue lograr reunir a quinientos delegados estudiantiles, que representaban a muchos más estudiantes, en su asamblea constituyente el 9 de marzo de 1966. Hay muy pocos precedentes de tal cosa en movimientos sociales que hayan actuado bajo un régimen dictatorial. Eso exigía mucha capacidad de organización, mucho apoyo externo y bastante tacto en el trato entre las diversas corrientes y posiciones. Y esto último vale para cualquier movimiento social amplio que se precie, independientemente del contexto. Por eso el SDEUB dejó huella, no sólo en Cataluña. Y por eso aquella experiencia se ha puesto como ejemplo muchas veces en los movimientos estudiantiles posteriores.

 

SOBRE EL SIGNIFICADO DE MAYO DE 1968

 

Se ha discutido mucho sobre el significado del mayo francés y se sigue discutiendo. Como por lo general la historia la hacen los vencedores, se suele llamar rebeldía a las revoluciones derrotadas y revolución a las rebeldías triunfantes. En Francia, el movimiento de mayo de 1968 empezó siendo, efectivamente, expresión de la rebeldía juvenil, sobre todo universitaria, pero en el transcurso de los acontecimientos acabó convirtiéndose en un movimiento inequívocamente revolucionario. No hay que olvidar que el momento crítico se produjo cuando los estudiantes enlazaron con los obreros, cuando a la ocupación de las universidades se unió la ocupación de las fábricas y a éstas las grandes manifestaciones conjuntas en París. Eso fue un gran susto para los distintos sectores de las clases dirigentes. Y lo fue también para el PCF y para los sectores sindicales que se habían acostumbrado ya a usar de manera ritual la palabra revolución como flatus vocis. Climax hubo. Lo que ocurrió es que la burguesía y sus aliados, con el apoyo de la policía y del ejército, fueron más fuertes que las fuerzas entonces partidarias de un cambio radical. Y por eso, y porque las capas medias de la población no se recuperaron del susto, el movimiento de mayo del Sesentayocho fue derrotado.

Si por altermundismo se entiende un movimiento inequívocamente anticapitalista, no hay duda de que el movimiento de mayo del Sesentayocho lo fue; fue un antecedente de lo que luego se llamaría altermundismo. Desde el punto de vista socio-cultural no sólo las ideas del mayo francés sino también las de los estudiantes críticos alemanes y norteamericanos sirvieron para abrir muchos ojos y para hacer cambiar prácticas y costumbres ñoñas y conservadoras.

 

SOBRE EL MOVIMIENTO DE PROFESORES NO-NUMERARIOS

 

Se puede decir que el objetivo central del movimiento de penenes era de carácter sindical, pero al hacer historia de esos años no hay que olvidar que, junto a eso, estaba siempre la reivindicación político-social de una universidad democrática en una sociedad democrática. Y cuando hablábamos de democracia entonces pensábamos casi siempre en una democracia material. Así que hasta 1977 al menos, el movimiento de profesores no-numerarios tenía que ser, por necesidad, radicalmente antifranquista. La reivindicación del contrato laboral estaba en primer plano. Pero, además, bastantes profesores pensábamos en 1974-1975 que era posible enlazar nuestra huelga con una huelga general en la enseñanza y con las huelgas obreras en curso, de manera que todo eso junto significara el impulso definitivo para acabar con la dictadura.

 

SOBRE LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD

 

En los análisis de Ortega y de Sacristán está lo esencial para conocer las funciones de la universidad. La lectura de esos análisis es aún estimulante en un momento, como el actual, en el que apenas se presta atención a esa función de la universidad que es la del formar para el mandar o para crear hegemonía. Replantear la necesidad del análisis de la función social de la universidad es clave, me parece, en esta fase en la cual la privatización indirecta de la universidad pública, la aceleración del proceso de mercantilización y la implantación de las universidades privadas, con el consentimiento de los poderes políticos, están contribuyendo de una manera decisiva al desplazamiento de la sede (o sedes) de creación de hegemonía

 

SOBRE LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MOVIMIENTOS UNIVERSITARIOS A LA UNIVERSIDAD ACTUAL

 

Si hay una cosa que me interesa resaltar de este libro sobre la universidad es precisamente que el progreso en ella se ha debido a las luchas (primero de resistencia y luego con propuestas alternativas claras) de los movimientos universitarios. Sin ellas no habrían caído parcialmente las barreras clasistas que impedían a los hijos de los trabajadores llegar a la universidad. Sin ellas no habríamos tenido claustros con una representación notable de los estudiantes y del personal de administración y servicios. Sin ellas no habría mejorado sustancialmente la investigación, como ha mejorado. Sin ellas no habría cambiado el tipo de relación entre profesores y estudiantes, como ha cambiado. Sin ellas no habría habido la autonomía universitaria que hay. Sin ellas no se habría dignificado, al menos parcialmente, la función docente. Y sin ellas habríamos tenido menos medios y menor financiación de la que hoy tenemos.  Lo diré de otra manera: se ha progresado en el sentido de crear las condiciones de posibilidad para una universidad pública democrática propiamente dicha. Lo que falta es hacer realidad plena esas condiciones de posibilidad. Como decía la broma de la Monty Python en El sentido de la vida: "Nosotros, a diferencia de los otros, podríamos blá, blá, blá. Y, sí, el único problema es: ¿pero de verdad lo hacemos?..."

 

SOBRE LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA UNIVERSIDAD

 

El título de este libro, Por una universidad democrática, es un pequeño homenaje a los estudiantes del SDEUB: así se titulaba el Manifiesto, escrito por Manuel Sacristán y  aprobado por aclamación en la asamblea constituyente de 1966. Pero además quiero recoger con él una preocupación varias veces manifestada por los estudiantes críticos de ahora, quienes, a la vista de lo ocurrido durante el último curso, se preguntan si realmente la universidad que tenemos es democrática. Para que se pueda hablar con propiedad de universidad democrática hay que seguir fomentando y potenciando la participación de todos los colectivos que componen la comunidad universitaria, no limitarla; hay que garantizar que los acuerdos aprobados por mayoría en los claustros se respetan; hay que garantizar la meritocracia en el acceso de los estudiantes y en la selección del profesorado; hay que escuchar y dar cauce a las opiniones disidentes de estudiantes, profesores y personal de la administración, aunque estas opiniones sean minoritarias o precisamente por ello; hay que potenciar la igualdad de género y, en consecuencia, tomar medidas para que la igualdad sea una realidad; hay que distinguir bien entre gestión y gobierno de la universidad y acabar con las tendencias al ordeno y mando en la gobernación; y hay que mejorar las relaciones entre profesores y estudiantes dentro y fuera de las aulas,  tratando a éstos como personas adultas que, como tales, tienen mucho que decir sobre la mayoría de las medidas que configuran las políticas universitarias.

 

[Fernández Buey entrevistado por López Arnal a propósito de la publicación de Por una universidad democrática]

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